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TRAS CARTÓN   La Paternal, Villa Mitre y aledaños
 19 de marzo de  2024

Septiembre 2011

ENRIQUE LIFSCHITZ

“El barrio es mi fuente”

Por Natalia Saavedra
para la Cooperativa EBC

Enrique Lifschitz es un ícono del periodismo barrial porteño. Está por cumplir 80 años y no para de trabajar: desde 1985 dirige el periódico Vínculos Vecinales y participa activamente en la vida social y cultural de su barrio, Floresta; además, integra la Cooperativa de Editores de Publicaciones EBC desde su fundación en 2003. En el escritorio desde donde mes a mes le da forma a su pasión de comunicarse, cuenta cómo fueron sus primeros pasos y cómo desarrolla su tarea en la actualidad.

 

 

Enrique abre lapuerta. Su mirada serena y su cálida sonrisa invitan a subir una extensa escalera que nos conduce a su refugio, al lugar donde cada mes le da vida a su periódico, Vínculos Vecinales.

La publicación comenzó como una forma de comunicar los problemas y acontecimientos que ocurrían en el barrio. Hoy, varias décadas después, sigue generando esos vínculos y esa participación que a Enrique tanto entusiasman: “La primera vez salió en el año 1958. En ese momento no era un trabajo mío, yo tenía otra actividad en la industria, era metalúrgico, pero siempre desde la adolescencia participé en instituciones barriales”, cuenta.

Enrique explica cómo un conflicto con un basural en el barrio sirvió de base para que la idea de una publicación comenzara a tomar forma: “En el año 58, yo era secretario de la Sociedad de Fomento del barrio de Floresta. Como secretario, traté de interiorizarme de cuáles eran las problemáticas barriales. En aquel tiempo todavía la sociedad de fomento tenía muchos espacios para luchar por reivindicaciones del espacio público. Había dos manzanas que eran parte de un basural y en el centro se habían organizado espacios con arcos porque, en aquel tiempo, todavía no todos los clubes barriales estaban conformados. Más bien había equipos de las esquinas y se armaban campeonatos de la esquina tal, de esas cuadras, y ese era el destino de esos terrenos. Desde el año 32, 34, había una disposición municipal por la cual esos terrenos se reservaban para la plaza pública y campo de deporte, cosa que no se estaba cumpliendo. En el año 58, se decía que como se había vencido el plazo para expropiar esos terrenos y no se había cumplido esa finalidad, debían ser devueltos a sus dueños, en ese momento, a la sucesión. Entonces convoqué a las instituciones, a los vecinos del barrio, en la sociedad de fomento, con el acuerdo del resto de la comisión directiva, para tratar ese problema candente”.

Como resultado de dicha reunión se conformó la Comisión Vecinal Floresta Norte, de la cual fue secretario: “Ese movimiento tuvo mucha trascendencia y esa comisión era muy movilizadora”, prosigue.

Con dos imprenteros dentro de la comisión y con la necesidad de difundir las actividades del movimiento surge el periódico Vínculos Vecinales, cuyos directores fueron Francisco Bajo Moreno y Mario Piotti; su secretario de redacción, Amero Rusconi; su redactor, el mismo Enrique Lifschitz, y sus difusores, Rodolfo Piotti y Alfio Martinez. “También surgió en ese tiempo una gran inundación, producto de una sudestada. Entonces se organizó en el periódico la solidaridad con esa situación”, rememora Enrique.

De esta manera, las bases del diario estaban fundadas. El terreno, sin embargo, no corría la misma suerte. “Con el tiempo los vecinos pusieron un mástil, hicieron cosas, siguió la lucha.El gobierno después estaba dispuesto a hacer una plaza, se presentaron distintos proyectos en la legislatura y fue aprobado uno de la Unión Cívica Radical, pero después vino el golpe y quedó todo en la nada. Los vecinos igual seguimos defendiendo el espacio; el periódico sacó unos cuantos números hasta que después no se continuó. El terreno quedó ahí”, dice.

El periódico no continuaba, pero la incesante unión y búsqueda de organización por parte de los vecinos, incluyendo a Enrique, hicieron que finalmente Osvaldo Cacciatore, intendente de la ciudad de Buenos Aires durante la última dictadura militar, construyera una plaza a la que denominaron Plaza Udine, en honor al pueblo al que pertenecieron sus ancestros.

El director de Vínculos Vecinales explica: “Se construyó el polideportivo y la dictadura militar, una vez terminado, se lo entregó a una entidad privada. Era el Círculo de Periodistas Deportivos y ahí vuelve a sufrir el barrio. Entonces surgió un movimiento por la recuperación del polideportivo. Los volvimos locos a los privados que lo utilizaban: organizábamos torneos deportivos en la calle alrededor del lugar, les gritábamos cuando entraban: ‘¡Váyanse, usurpadores!’. Hasta que al final se fueron; y hubo un tiempo de gestiones hasta la asunción de Alfonsín, donde se inauguró y se le puso el nombre de Polideportivo Pomar, y los que organizamos el movimiento nos transformamos en cooperadora”.

Nuevamente la energía arrolladora de los vecinos y la convocatoria de Enrique y otros estaban en marcha.

 

El periódico vuelve a florecer

Habla pausado y, de tanto en tanto, toma las llaves que descansan en la mesa y las entrelaza entre los dedos, armando una especie de juego. Evoca y sonríe. Se sumerge lentamente en su historia, que también es la del barrio. Está por cumplir 80 años y sin embargo posee la energía de un adolescente. Una notebook descansa a su lado, imagen que refleja su incesante búsqueda, sus ganas de seguir creciendo y creando.

Enrique no sólo hace el periódico sino que participa en las organizaciones y presta su mano y su espíritu comunitario incondicionalmente. “Casi siempre viví acá, en Floresta; estuve un tiempito alejado pero después volví. El barrio es mi fuente, aquí empecé, aquí voy a terminar“, dice. Y prosigue su relato: “En la época que se crea la plaza la empresa donde trabajaba se había liquidado y mientras estaba haciendo una cosa u otra recibí la sugerencia: ‘¿por qué no revivís la historia? Ahora tenés tiempo, ¿por qué no te largás a hacer el periódico?’. Dije que sí porque siempre tuve la vocación. No sabía cómo, pero en el año 85 una profesora de historia, Francis La Greca, tuvo la iniciativa de formar el taller de historia barrial de Floresta. Se formó un grupo divino que todavía continúa en el Centro Cultural Baldomero Fernández Moreno, y entonces fueron nutriendo la idea del periódico barrial. Cuando empecé el diario, estaba fundido económicamente, había tenido un bajón anímico, ya había perdido mi casa, tuve que empezar de cero. Yo lo empecé como una terapia y descubrí que podía ser un medio de vida, pero lo descubrí en el andar porque tuve mucho apoyo”. Y sentencia: “Digo que lo voy a seguir haciendo hasta que mis pies caminen y mi mente no delire. Cuando falle alguna de esas dos cosas, ese será el momento de dejarlo, si es que alguna vez fallan”.

El periódico es desarrollado íntegramente por Enrique, quien además carga en su changuito los ejemplares y los reparte en los negocios y en las distintas instituciones del barrio. Lo interesante es que aún realiza el armado como antes. “Voy haciendo las notas, los avisos, los voy pegando en una cartulina y lo llevo a la imprenta después”, explica. Y agrega: “En la imprenta lo escanean y lo imprimen. El periódico se transformó más que en un medio de vida en una forma de vida, porque siempre me gustó movilizar, caminar, relacionarme, comunicarme, y esta actividad me empuja a eso. Me ayuda a mí y a la gente que está haciendo algo a difundirlo. Entonces sigo jugando; si le tengo que dedicar 24 horas no lo siento porque no persigo una finalidad económica sino que estoy haciendo algo que es parte de mi historia, que disfruto”.

“Como si fuera un juego”, repite muchas veces Enrique, quien además de dedicarse a su publicación forma parte de un taller literario, realiza un curso de técnicas de la comunicación, participa en el taller de historia barrial, realiza actividades físicas para adultos mayores en el Polideportivo Pomar y también concurre a los talleres del hospital Pirovano. “Yo trato de tener actividades en diversos lugares para estar conectado con distintos sectores de gente. Hay que mantener las pilas”, dice.

La charla va llegando a su fin entre anécdotas tangueras, de su vida, sus recuerdos y su tan añorado barrio. Cuenta que uno de sus hijos sigue sus pasos con la publicación de la revista Floresta y su mundo, que una vez cuando Osvaldo Pugliese estaba preso y su orquesta tocó en el Club Combinados del barrio, en el que ocupaba el cargo de secretario de cultura, escribió un poema que tituló El tango está preso y fue leído por el presentador de la orquesta, el Negro Mela. Sonríe, se ilumina... Dice que “con el tiempo lo que me propongo lo cumplo. Tengo espíritu, ganas”. Su aventura es extensa y clara. Enrique apoya en la mesa las llaves con las que ha jugado a lo largo de la entrevista. Me mira, sonríe y con el rostro iluminado dice creer que “el periódico tiene un poco de alma”.

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