Bach, Grieg y Piazzolla en una gran noche de cámara
- Escrito por Victor Pais
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En el marco de la celebración de su 50º aniversario y de una iniciativa del Ministerio de Cultura porteño de llevar la música clásica a los barrios, la Camerata Bariloche, uno de los más prestigiosos conjuntos argentinos de música de cámara, ofreció un concierto en el Centro Cultural Resurgimiento.
La velada comenzó con el Concierto para violín y oboe, de Johann Sebastian Bach, en la cual oficiaron como solistas Demir Lujla y Andrés Spiller, este último único representante que queda de la formación original e hijo de uno de los fundadores de la camerata, el violinista Ljerko Spiller. Con una espléndida interpretación de la obra del más grande músico del barroco –y aunque resulte un poco temerario nos aventuramos a decir que de todos los tiempos–, el auditorio quedó envuelto en un clima profundo y angelical.
A continuación, tuvo lugar la ejecución de la Suite en estilo antiguo (Holberg Suit), de Eduard Grieg, el gran compositor noruego. Una obra en cinco movimientos inspirada en danzas antiguas de inagotable frescura y que tuvo en el dueto de violín y viola del Rigaudon final, a cargo del citado Lujla y de Marcela Magin, su momento más cálido y jubiloso.
El cierre estuvo dedicado a la música argentina y, ratificando una tendencia de muchos músicos académicos cuando se trata de incluir en un programa una sección vernácula, el compositor elegido fue Astor Piazzolla: con el siempre bien recibido por el público Adios Nonino, los portentosos compases de Calambre, y a manera de bis, el vertiginoso Muerte del ángel.
“Eligieron como símbolo de la música clásica a la Camerata Bariloche y los músicos están muy entusiasmados de hacer el trabajo de estar yendo por los barrrios”, informó a Tras Cartón Damián Rovner, mánager de la camerata, al referirse a la iniciativa del ministerio.