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Juana Manuela Gorriti: forjadora de un rumbo

Juana Manuela Gorriti: forjadora de un rumbo

Se cumplen hoy 130 años del fallecimiento de Juana Manuela Gorriti, una de las primeras mujeres argentinas en incursionar en el ámbito de las letras. Unido su nombre a la historia de Argentina, Bolivia y Perú, había nacido en Rosario de la Frontera, localidad del sur de la provincia de Salta ubicada en las proximidades del límite de esta con Tucumán.

Juana Manuela Gorriti pertenecía a una familia de la burguesía salteña formada por hacendados y comerciantes. Su padre, José Ignacio Gorriti, apoyó a Martín Miguel de Güemes y fue un activo participante de la guerra gaucha. Cuando a la epopeya de la guerra de la independencia le siguieron los años luctuosos de las guerras civiles, los Gorriti, en su mayoría, adhirieron a la facción unitaria y cuando Facundo Quiroga impuso su dominio en el interior mediterráneo aquella familia emprendió el camino del exilio. Allí estaban el Alto Perú (Bolivia) y el Perú para encontrar refugio y auxilio. Para Juana Manuela todo ello significó alejarse del terruño natal.

En aquellos años la sociedad tradicional circunscribía o pretendía circunscribir a la mujer al ámbito privado del hogar. Y Juana Manuela que, desde jovencita, tuvo inclinación y aptitudes para las letras, se encontró con un primer obstáculo que consistía en que la condición de mujer era un estigma que había que ocultar en el mundo de las letras. De allí los seudónimos masculinos. Pero ella batalló contra este “principio” que llevaba a ocultar la condición de mujer. La literatura no estaba escindida de la realidad y, si en esta había varones y mujeres, ¿por qué en la literatura habría de ocultarse la condición femenina de una autora? Juana Manuela no aceptaba que la mujer fuese excluida de las más diversas actividades y por ende de la literatura.

Las letras eran en su perspectiva una particular combinación de fantasía y realidad. Se inventaban mundos pero ellos surgían de lo real. La literatura era también pasado, presente y futuro.

Era el pasado de Martín Miguel de Güemes y sus gauchos; de Carmen Puch, la rubia de ojos azules que se había convertido en la esposa del caudillo de los gauchos y que se dejó morir cuando el jefe norteño perdió su vida como resultado de la traición de buena parte de la clase dominante de Salta. Así, en Recuerdos de Infancia, Juana Manuela pintó con vivacidad y colorido las figuras de Güemes y su esposa.

Era el futuro donde la mujer tendría nuevos bríos no reñidos con aspectos tradicionales como la cocina, donde las comidas del terruño se convertirían en recetas difusoras de los secretos desarrollados por generaciones de mujeres, recetas de su Cocina Ecléctica, obra publicada en 1890 para afirmar la presencia de la mujer de la tierra. Cocina Ecléctica es, como lo señala la investigadora Graciela Batticuore, un homenaje al conjunto de las mujeres y a sus trabajos culinarios. Al escribir este recetario hubo de posponer los cuentos y relatos de personajes históricos. No era algo baladí ordenar el material que le habían enviado mujeres de Salta, Bolivia y Perú sobre las recetas de cocina. Juana Manuela se había propuesto dar publicidad a una historia de “puertas adentro”, del ámbito doméstico y así presentar a miles de mujeres cuyas historias habían sido silenciadas o negadas. Era como decir: “Aquí están las mujeres”.

En los escritos de Juana Manuela se pueden apreciar los principios del romanticismo como movimiento literario de su tiempo y a través de él emparentarse con intelectuales de la talla de Esteban Echeverría y Domingo Faustino Sarmiento. Así ilustra el historiador Félix Luna esta faceta de la escritora: “Los jóvenes de la bohemia literaria peruana recibieron con calidez, entusiasmo y admiración a Juana Manuela Gorriti. En la figura de esta mujer que vivió los embates de la guerra de la independencia y las luchas civiles en Bolivia y la Argentina, que atravesaba el difícil proceso de un divorcio en completa soledad, veían la encarnación del ideal del escritor romántico”.

En sus relatos y cuentos están presentes el historicismo, el presente como culminación del pasado. Es que Juana Manuela se había propuesto rescatar del olvido la voz de personajes, leyendas y sentimientos ancestrales que la historia oficial había ignorado. Es como si de las profundidades de la historia estuviesen manando tradiciones que perduran y explican gran parte del presente. Así estas leyendas se transformaban en letra viva en su literatura. Esta y la realidad estaban como hermanadas. Se retroalimentaban permanentemente. La literatura era historia con mezcla de fantasía. En las letras se recreaba la historia. Y así la literatura le sirvió para recrear a Juana Azurduy, la heroína de la independencia tan ninguneada por la historia oficial, y le sirvió para la exaltación de lo autóctono y de lo nacional y, en este sentido, su obra es parte del nacimiento de la literatura nacional que surge cuando se adquiere conciencia de una nacionalidad que debe desarrollar valores distintos de los de España. Se trataba de afianzar en el pensamiento, en la conciencia social, una identidad que rompiese con la heredada cultura española y que conllevara la denuncia social y moral como resultado de la lucha por la libertad, porque fue precisamente el grito de libertad el que escuchó Juana Manuela desde los años de su más tierna infancia transcurrida entre los ecos del Congreso reunido en Tucumán, pues si bien no se encontró su partida de nacimiento, según consta en una carta de su familia, este habría ocurrido en el mismísimo julio de 1816.

En 1845 publica en Lima su primera novela que lleva por título La Quena, que cuenta la historia de una mujer desdichada disputada por dos hombres. Es como si resonase en ella un grito femenino. En 1865 publica Sueños y Realidades, compilado de cuentos y narraciones que habían aparecido en forma de folletín en números de La Revista de Buenos Aires y de otros periódicos. Vicente Gregorio Quesada, su editor, le escribió: “Es imposible leer vuestros libros sin sentirse engreído al reconoceros argentina, porque las escenas son argentinas y argentinos los héroes de vuestras novelas”. Sueños y Realidades terminó convirtiéndose en un éxito. Sus dos tomos se agotaron rápidamente. La crítica señaló que la calidad literaria de estos cuentos era desigual. Unos eran merecedores del elogio como por ejemplo “Güemes” y “Carmen Puch”, y otros eran intrascendentes e ingenuos como “La hija del mazorquero” y “El lecho nupcial”.

Poco después publica Peregrinaciones de un alma triste donde, en el contexto de la guerra del Paraguay (1865-1870), la escritora levantó su voz en defensa del pueblo de ese país al que sentía como hermano. En Vida Militar y Política del general don Dionisio Puch dirá: “La América española ha tenido hombres de un valor excepcional, hombres que están aguardando su historiador para ser reconocidos en el mundo”. En la figura de Dionisio Puch rendía tributo a todos los hombres que estaban forjando una nueva América.

El ya mencionado Luna describió a Juana Manuela Gorriti como “una mujer que se atrevió a seguir el rumbo de su corazón”. Y argumentó: “Una mujer que, pese a los obstáculos de la vida y de la sociedad, luchó a brazo partido para lograr sus sueños. Una mujer que se animó a ser protagonista de la historia”.

Fuentes consultadas

Batticuore, Graciela (2001). Prólogo. En Gorriti, Juana Manuela, Ficciones Patrias, Buenos Aires, Clarín.

Luna, Félix (director) (2001). Juana Manuela Gorriti, Buenos Aires, Planeta.

Cutolo, Vicente Osvaldo (1971). Nuevo diccionario biográfico argentino 1750-1930, Buenos Aires, Elche.

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