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TRAS CARTÓN   La Paternal, Villa Mitre y aledaños
 18 de abril de  2024

Mayo 2013

EDITORIAL

Mayorías y minorías

Por Víctor Pais

El juego de las falsas antinomias, esencial para que el pueblo siga dividido, requiere también ser aceitado por el juego de las falsas asociaciones. Querer hacer pasar como gestos que van orientados en la misma dirección a la represión policial del Gobierno de la Ciudad en el hospital Borda y a las protestas populares contra el Gobierno nacional es una argucia que obedece a esa lógica. Y hay quienes desde el cristinismo a ultranza la expusieron.

Antes de que ocurrieran los hechos del Borda, un funcionario de alta exposición como el ministro de Planificación y Obra Públicas, Julio de Vido, ya había incursionado en este estilo de audaces analogías, al relacionar las motivaciones de los que se oponen a la reforma judicial K con la más rancia tradición oligárquica y golpista de la historia argentina. La pregunta es con qué autoridad precisamente él parlotea esa jerga. Precisamente él, severamente cuestionado por sus responsabilidades en la política de transporte que dio lugar a una tragedia como la de Once, así como por su rol decisivo en el enriquecimiento de individuos inescrupulosos como el nuevo oligarca (¿destituyente?) Lázaro Báez, que además del dinero que fugó es dueño de 200.000 hectáreas en la provincia de Santa Cruz. Es así que la creación de falsas dicotomías sigue en el orden del día alimentada por rivalidades que no tienen nada que ver con lo ideológico, aunque sean presentadas como tales por los personeros de todos los grupos que contienden.

¿Pero quiénes son en este ringside tan peculiar los más observados por la ciudadanía? ¿Quiénes son los que habiendo sido motivo de esperanza para un amplio espectro de la sociedad en virtud del despliegue de muchos fuegos de artificio y algunos paliativos terminan, al fin y al cabo, trocándose en el blanco principal de la ira popular? Son los que ocupan cargos de gobierno. Esto es así porque, con las medidas que deciden aplicar, son quienes más inciden sobre nuestras vidas. Y más, si consideramos que el federalismo argentino no es mucho más que una bonita declaración de principios, el centro de las miradas está puesto en quienes gobiernan desde la Casa Rosada.

Es importante detenerse en esta cuestión dialéctica: mayorías y minorías que protestan contra distintas formas del ejercicio del poder se oponen de una manera circunstancial y transitoria, y nunca de un modo antagónico como nos quieren hacer suponer los ultracristinistas para, entre otras cosas, diluir en un segundo plano los acuerdos que firmaron con el macrismo y que habilitaron a este a la construcción del Centro Cívico que desató el conflicto del Borda.

De los episodios de violencia desatados por la Policía Metropolitana, el ocurrido en el Borda es quizá el de ribetes más dantescos. ¡Balear a un contingente conformado por profesionales, pacientes, periodistas y legisladores! Hasta los medios que suelen apañar a Macri en esta ocasión han criticado con dureza su accionar represivo, así como algunos de los políticos y sindicalistas que están procurando armar un frente peronista anti K ya han manifestado que lo prefieren lejos. Sin embargo, la inmensa mayoría de la sociedad permanece silenciosa ante sucesos de estas características que, más allá de que se encuentren inspirados en una política global contraria a sus intereses, en su manifestación concreta y puntual van dirigidos contra una minoría. Y la inmensa mayoría de la sociedad suele permanecer silenciosa contra los ataques a las minorías, y esto es así independientemente del signo político de los atacantes, ya que hechos aberrantes como los del Borda, donde el Estado está implicado, podemos encontrar de a decenas en las provincias que son tuteladas por gobernadores leales a Cristina y al modelo. Recordemos, a modo de ejemplo, los padecimientos de los qom a manos de las huestes del gobernador de Formosa Gildo Insfrán.

Las protestas suelen adquirir grosor y ruido cuando vastos sectores sociales perciben en una medida de gobierno algo que colma el vaso de su paciencia y que va de manera inmediata contra ellos en su conjunto. Por eso los políticos opositores que sólo buscan un recambio para emprolijar los mecanismos de opresión manifiestan ante aquellas un entusiasmo medido y tiemblan tanto como quienes gobiernan cuando el pueblo comienza a ejercer su poder en la calle y a autoorganizarse.

Tiemblan. Sí. Aunque a algunos momentáneamente les resulte beneficioso mimetizarse con la plebe.

 

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