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TRAS CARTÓN   La Paternal, Villa Mitre y aledaños
 29 de marzo de  2024

25 de agosto de 2011

ROBERTO DÍAZ: SU FALLECIMIENTO

Memoria que no calla

Por Haydée Breslav

Hace muy pocos meses una nota suya, exclusiva para Tras Cartón, constituyó su homenaje póstumo a Ernesto Sábato. Nunca imaginamos que tan entrañable amigo muy pronto emprendería el mismo viaje.

El 16 de este mes, en su casa de Avellaneda, y a consecuencia de un accidente cerebro vascular, murió Roberto Díaz. Calla una de las voces más nobles y lúcidas de la poesía argentina contemporánea, se detiene la mano que escribió algunas de las letras de tango más refinadas de estos y de todos los tiempos.

Se hace difícil, muy difícil, escribir esta nota. Podríamos empezar por decir, por ejemplo, que había nacido el 23 de julio de 1938, o hablar de la amistad que nos brindó, de la generosidad que supo demostrar, de lo buen tipo que era. En una de esas largas charlas telefónicas, nos comentó que lo mejor que los demás podían decir de uno es justamente eso: que es un buen tipo.
O podríamos recordar los versos de la milonga Se llamaba Juan, que compuso junto con Reynaldo Martín: “…era tan bueno / el dolor de los otros no le era ajeno. / Jugaban muchos pibes en su sonrisa / y el corazón sobraba en su camisa”.
Pero no basta, no alcanza para trazar su semblanza. Hace muchos años leímos que en algunas culturas orientales las máximas categorías a que puede elevarse el espíritu humano son la sabiduría y la poesía. Puesto que el espacio de que disponemos nos obliga a optar, preferimos reseñar la trayectoria de Roberto Díaz como hombre de letras, que abarcó distintas facetas, como la poesía y el tango, la traducción literaria y la crónica costumbrista y deportiva, el relato policial y el análisis político.

El poeta
“Mucho debió pulir y desgastar el poeta, en horas de luengas vigilias creativas, para alcanzar esta precisión que lo ubica entre los cantores más claros de la poesía argentina y continental”, consignó Luis Ricardo Burlan en Cuadernos de poesía nueva, de Madrid, en oportunidad de la publicación del libro de Díaz Esta memoria que no calla.
Esta justa apreciación bien podría aplicarse a toda la obra poética del autor, que reúne más de doce volúmenes y se inicia en 1965 con Epitafio del gris, que el hoy mítico grupo literario El pan duro, que entonces integraba Díaz, seleccionó para ser publicado por la editorial La rosa blindada.
En esos tiempos de intensa actividad cultural, Díaz participó también en el grupo Gente de Buenos Aires, fundado por el poeta Roberto Santoro y por el pintor Pedro Gaeta, y cuyo sello editorial ostenta su carpeta Una ternura compartida que, con dibujos de Pedro, se publicó en 1973 y reeditó en 2008.
Algunos de sus libros recibieron importantes premios internacionales, como Ciudad buscada, que obtuvo el Primer Premio en Lengua Española Silarus (Palermo, Italia, 1977) y Toda sed y toda fuente, que mereció el preciado Primer Premio Carabela de Oro (Barcelona, España, 1978); todos ellos fueron objeto de elogiosos comentarios por parte de reconocidas personalidades de las letras hispanoamericanas.
Así, al respecto de la publicación de Viajero de estas aguas, le escribió Marco Denevi: “Lo único que hay que hacer con su poesía es disfrutarla despacio, en soledad y en silencio, y después llevarse dentro de uno la felicidad de haberla gozado”.
Música de ausentes, que cierra su ciclo poético, es para Antonio Requeni “un libro de verdades, de auténtica poesía; su legado poético está hecho de originales y hermosas imágenes, de palpitante humanidad. Es poesía que conmueve, ya que apela a la sensibilidad y no sólo al intelecto”.
Además de los mencionados obtuvo, entre otros, los siguientes premios y distinciones: Accesit Premio Internacional de Poesía Apollinaire (Palma de Mallorca, España, 1973); Accésit Agrupación Hispana de Escritores (Barcelona, España, 1978); Premio Plus Ultra (Sociedad de Escritores de La Plata); Primer Premio Salón del Poema Ilustrado (Gente de Arte de Avellaneda, 1995); Mención Especial Premio Municipal de Poesía (Municipalidad de Buenos Aires, producción poética 1990/91 a su libro Umbral de otoño.
La obra de Díaz integra distintas antologías publicadas en el país y en el exterior.
Asimismo, ha traducido y publicado textos de Poe, Eliot, Spander, Day Lewis, Emily Dickinson, Whitman, Shakespeare, Blake, Oscar Wilde y Wilkie Collins, entre otros.
Y en 2008 resultó finalista en el Premio Reina Sofía, de España.

El autor de tangos
En las décadas del 60 y del 70, Díaz participó en el Movimiento de la Nueva Canción, integrado por músicos y poetas con el objeto de promover y difundir la obra de los nuevos creadores; uno de sus miembros más activos y entusiastas era un joven cantor, Reynaldo Martín.
En ese contexto, el poeta cumplió una primera etapa como autor de tango junto a distintos músicos; la obra más significativa de ese periodo estuvo unida al bandoneonista Domingo Moles, prematuramente fallecido, con quien compuso, entre otros temas, Homero al sur, que grabó Roberto Goyeneche.
Hubo que esperar el regreso de la democracia para que se reencontrara con Reynaldo Martín: se conformó entonces un binomio autoral cuya obra es digna de figurar entre las mejores del género; y lo decimos teniendo en cuenta a los grandes del pasado. El vals Memoria de un patio ha sido grabado por distintos intérpretes y ya es un clásico de nuestros días.
Entre otras distinciones, esa obra ha recibido el primer premio en el concurso Enrique Santos Discépolo, organizado en 1999 por la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Buenos Aires, con el tango Así es la noche; ese mismo año, el tango Por los viejos mereció el primer premio en el certamen De Boedo al mundo, organizado por el Gobierno de la Ciudad y la Junta de Estudios Históricos de Boedo. El año anterior, el tango Y sólo lluvia me quedó resultó finalista en el certamen de la Sociedad de Autores y Compositores –SADAIC–. En 2005, el vals Tu amor en la casa se hizo acreedor al tercer premio en ese certamen, y en 2007 el tema Milonga de noche larga mereció el primer premio en su categoría en el concurso de tangos, valses y milongas del Fondo Nacional de las Artes.
Por otra parte, el tango Como me gusta, con música de Saúl Cosentino, obtuvo el premio Gardel, discernido en 1990 por la entonces Municipalidad de Buenos Aires.

El periodista
Paralelamente, Díaz desarrolló una intensa labor periodística, Fue subdirector del diario La Ciudad, de Avellaneda, y muchos medios gráficos del país y de San José de Costa Rica, Ciudad de México, Orense y Barcelona publicaron sus trabajos. Una selección de los que aparecieron en La Ciudad, reunidos en libro y firmados con el seudónimo de Cyrano, se presentó en 1983 con el título de Crónicas para el desayuno; y con el de Pepe Corner, seudónimo que empleaba en sus crónicas deportivas, publicó en 2008 una compilación de ellas.
En 1984 participó del Congreso de Prensa Internacional Rigoberto Cabezas, celebrado en San José de Costa Rica, donde recibió un premio por su “lucha a favor de la libertad de expresión en el Continente”.
Y en 1988, el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires le entregó el premio “al mejor periodista en temas de interés general”.

Reconocimientos y reflexiones
Los reconocimientos acaso más significativos llegaron en los años de la madurez. En 2007, la Legislatura porteña lo designó Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Y el año pasado recibió el premio Santa Clara de Asís, en razón de “su compromiso con la realidad, con una profunda exaltación de valores morales, trayectoria literaria y por el clima profundamente ético que imprime a sus obras”.
Esto no implicó una concesión al descanso. Su energía creativa, constantemente renovada, lo impulsó a seguir adelante con su obra y a aprovechar los recursos de la tecnología. Así, convirtió su sitio en la red en ámbito de ejercicio del pensamiento crítico: fino analista político, examinó sin complacencia complejos temas de la actualidad nacional e internacional, y no dudó en fustigar la venalidad, el populismo y el fascismo de izquierda, como lo llamaba. Su condena a los asesinos de Mariano Ferreyra le valió insultos y amenazas.

El autor de policiales
El año pasado, la aparición de Un hurón en las calles, libro que se inscribe en la tradición del mejor policial negro, sorprendió a muchos. No estuvimos entre los sorprendidos; sabíamos del conocimiento que Roberto tenía del género, y de su gusto por las mejores expresiones. Fue así como pasó a formar parte del círculo de poetas que fueron también autores de policiales, que abrió el insigne creador del género, Edgar Poe, y que también integra Borges.
La segunda parte, El muerto que vos matás, marca ya no la incursión, sino la instalación definitiva de Díaz en ese género tan difícil. Tenemos a la vista la invitación a la presentación, que se realizó el 15 de abril de este año.
Esa fue la última vez que lo vimos. Seguimos comunicándonos por teléfono y por correo electrónico, hasta que un domingo, o un lunes de feriado corrido, Carlos Penelas nos avisó que Roberto había sufrido un ACV. Lo que siguió todavía no lo podemos comprender.
En su Soneto para explicar lo inexplicable, el propio poeta ofrece una suerte de contestación:

“Con fuego desbordado consumimos
el rostro de la luz; de amor vivimos
hasta que un día nos llegó la hora”.

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