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TRAS CARTÓN   La Paternal, Villa Mitre y aledaños
 18 de abril de  2024

11 de junio de 2011

POLÉMICA POR PRESUNTOS DELITOS EN LA ASOCIACIÓN MADRES DE PLAZA DE MAYO 

“Un verdadero analizador”

En medio de la agitación producida con motivo de haberse hecha pública la posible comisión de delitos por parte de allegados a la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Diana Kordon, quien fue fundadora y coordinadora, entre 1979 y 1990, del Equipo de Asistencia Psicológica de esa institución, dio a conocer un documento del que extractamos los párrafos más significativos.

En uno de los primeros, la autora precisa: “Nosotros, y hablo en plural porque me siento parte de un colectivo, hemos acompañado durante los años duros de la dictadura a las Madres. Hemos querido y admirado su férrea lucha sin concesiones por la aparición con vida de los detenidos desaparecidos y por el juicio y castigo a los genocidas. Hemos sido testigos de su proceso de construcción de conciencia política y de su anhelo revolucionario producto de la práctica social que desarrollaron. Hemos conocido de cerca su firmeza y su posición ética de sostener los principios”.
Y prosigue: “A partir del comienzo del período constitucional hemos tenido inmensos acuerdos y algunas divergencias. Pero, por sobre todo, siempre hemos respetado, no sólo la historia, sino su política independiente de los gobiernos y su papel cuestionador. También el liderazgo de Hebe”.
Pero, según expresa después,“resulta inaceptable que en la histórica Plaza, en presencia de funcionarios del gobierno nacional, de la Cámpora, de las huestes de Alicia Kirchner, de la CGT de Moyano, dijera que ella (Hebe Bonafini) no iba a hablar de pelotudeces”.
En ese sentido, considera Kordon que “la negativa a dar explicaciones es un acto de soberbia y de desprecio hacia nuestro pueblo y hacia todos aquellos que las merecemos, porque hemos luchado siempre y seguimos siendo coherentes con esa lucha y porque también somos dañados por la corrupción y el matonaje que ensombrecen la trayectoria del movimiento de derechos humanos”.
A continuación, manifiesta: “No reconocemos en la Hebe Bonafini actual a aquella en cuyo ejemplo de lucha nos hemos nutrido. Por eso es tan profundo el impacto subjetivo que nos atraviesa, fundado en el deseo de que esto no ocurriera, pero que, muy a pesar nuestro, la realidad nos lo impone una y otra vez”.
En su opinión, “el pasaje de ‘Asociación’ a ‘Fundación’ marca el clivaje, confirma el cambio cualitativo en las definiciones y los proyectos de las Madres. Por un lado la Fundación pasa a ser la pantalla de una gran empresa, y por otro Hebe operadora de un gobierno. Este viraje nos diferencia y nos duele y produce un profundo daño a la lucha por los derechos humanos”.
Con relación al escándalo por los supuestos hechos de corrupción, sostiene que el “caso Schoklender”, como lo denomina, “constituye un verdadero analizador que permite visualizar la esencia de la política de cooptación del gobierno de los Kirchner”, desarrollada sobre la base de “las necesidades y urgencias de los más desposeídos para manipularlas como alimento de su pretendida imagen progresista y cuyo verdadero objetivo, como toda su estrategia de gobierno ,es favorecer a ciertas empresas y negocios y repartir cargos públicos, con fondos del Estado, a cambio de apoyo político”.
A su juicio, “este apoyo político exige silencios, algunos con nombre propio: Julio López, Luciano Arruga, Mariano Ferreyra, Roberto López, Bernardo Salgueiro y tantos otros que hubieran requerido la enérgica acción de las Madres”.
Dice también que el gobierno, “a los efectos de conformar un escenario que le permitiera legitimarse, puso el foco en los organismos de derechos humanos y muy especialmente, como lo explicita con cinismo José Pablo Feinmann, en Hebe Bonafini” y que “para garantizarse gobernabilidad y terminar con la histórica experiencia de las asambleas populares surgidas del 2001, Kirchner aterrizó en un movimiento al que siempre había ignorado, utilizó la lucha contra la impunidad y el reconocimiento nacional e internacional de las madres y en esta misma perspectiva, no vaciló en dividir el movimiento de derechos humanos”.
A renglón seguido, manifiesta que “el blanqueo del entramado económico entre el gobierno y la  Fundación, articulado por millonarios subsidios salidos de los ministerios K, pone en evidencia que la simbiosis Kirchner-Bonafini no es solamente un acuerdo político sino que la cooptación tiene una base material” y que “en este caso, incorpora, de hecho, a la Fundación Madres de Plaza de Mayo al grupo empresarial que se ha beneficiado durante este período”. Señala asimismo que “esta empresa constructora no dudó en utilizar ‘la patota’, marca registrada del kirchnerismo, para intimidar a quienes trabajaban en sus obradores”.
Y en uno de los últimos párrafos, advierte: “No subestimo a Hebe. Cualquiera que la conozca sabe que es una  mujer que tiene la lucidez de mirar el conjunto de los fenómenos que la rodean y que controla y maneja todo lo que ocurre en el ámbito de su liderazgo. Podrá decirse que no está en el último detalle de alguna operatoria, pero la Fundación es una estructura que la cuenta como protagonista con claro poder de decisión”.

Actualmente, la autora es coordinadora del Equipo Argentino de Trabajo e Investigación Psicosocial (EATIP), institución sin fines de lucro destinada a brindar asistencia psicoterapéutica a personas afectadas por violaciones a los derechos humanos, y de la organización de derechos humanos Liberpueblo.

 

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