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TRAS CARTÓN   La Paternal, Villa Mitre y aledaños
 29 de marzo de  2024

3 de febrero de 2010
LA PRIMERA BUENOS AIRES

En busca de la Sierra de la Plata

Por Miguel Ruffo

El 2 de febrero de 1536, don Pedro de Mendoza fundó la ciudad de Santa María del Buen Aire en la costa occidental del Río de la Plata, media legua arriba de la desembocadura del Riachuelo (ver ¿Una ciudad?). Concebida como una puerta de entrada a los territorios interiores, al fabuloso Imperio del Rey Blanco y a la Sierra de la Plata, la ciudad era un asiento imprescindible para el reabastecimiento de los navíos que, remontando el Paraná, debían localizar las regiones ricas en metales preciosos.

El nombre de Santa María del Buen Aire se deriva del de la Virgen del Buen Aire, la advocación mariana relacionada con los buenos vientos, de la que eran devotos los expedicionarios. Era la época de la navegación a vela y las posibilidades que las embarcaciones tenían de alcanzar las costas que se habían fijado como objetivo dependían casi enteramente del régimen de vientos. Por eso los marinos se encomendaban a la Virgen del Buen Aire con la finalidad de tener una buena travesía y arribar a las distantes tierras transoceánicas.

De la expedición de Mendoza, formada por alrededor de 1500 hombres, participaron numerosos nobles e hidalgos que buscaban una riqueza considerada de gran magnitud. No llegaron con el ánimo de trabajar la tierra; éste era un “oficio vil” para los linajudos miembros de la travesía.

Las relaciones con los indios, al principio amistosas, ya que éstos proveían de alimentos a los españoles, luego viraron hacia la enemistad y el enfrentamiento, probablemente como consecuencia de las excesivas demandas de los conquistadores.

Buenos Aires fue sitiada y atacada por los querandíes. Mientras tanto, Mendoza mandaba a otros capitanes (Ayolas, Salazar, etc.) a remontar el Paraná para encontrar la entrada a la Sierra de la Plata. Fue así como surgieron otros dos asientos: Corpus Christi y Buena Esperanza; de esta manera, se completaba la trilogía de fortalezas que debían ser fundadas.

Mientras Ayolas se internaba en el Paraná, llegaba a su confluencia con el Paraguay y recibía noticias de tierras ricas en metálico, Mendoza, aquejado por la sífilis, debía abandonar la empresa, en la que ya habían perecido muchos de sus hombres, algunos de hambre y otros como resultado de su enfrentamiento con los indios, y retornar a España. Pero ni siquiera logró esto último; falleció en alta mar.

Entretanto, poco a poco Buenos Aires comenzó a superar los días trágicos del principio y bajo la dirección de Ruiz Galán practicó algunos cultivos. Pero el horizonte seguía siendo la Sierra de la Plata.

Hacia el norte, en 1537 se había fundado Asunción. Allí, bajo la jefatura de Domingo Martínez de Irala, comenzó a concentrarse la mayor parte de los pobladores. No sólo eran mejores las relaciones con los guaraníes sino que el lugar ofrecía mejores posibilidades para internarse en búsqueda de la Sierra de la Plata. Por otra parte, Ruiz Galán le disputaba a Irala la jefatura de la expedición, y cuando finalmente éste se impuso, al cumplirse con la Real Cédula de 1537 (que autorizaba a los conquistadores a elegir al sucesor provisorio de Mendoza), la suerte de Buenos Aires quedó sellada.

En 1541 fue despoblada. Sus últimos habitantes se trasladaron a Asunción. Todavía no había llegado la hora de explotar sus llanuras y su función costera.       

 

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