2 de noviembre de 2009
TRIBUTO AL PADRE DEL PAISAJISMO PORTEÑO
Carlos Thays, el francés que reverdeció la ciudad
Por Víctor Pais
Sobran razones para que la figura de Carlos Thays sea recordada a través de una muestra como efectivamente está programado que suceda entre el 4 de noviembre y el 6 de diciembre próximos. La biografía y la obra de este gran urbanista y paisajista, en la etapa que comienza en 1889 con su arribo a Buenos Aires y finaliza con su muerte en la misma ciudad en 1934, está colmada de hechos que confirman tal merecimiento.
Carlos Thays, conocido como el jardinero mayor de Buenos Aires, nació en París en 1849. Precisamente, la trayectoria por la cual adquirió tanto renombre comenzó con su llegada a la Argentina, que se produjo recién cuando había alcanzado la edad de cuarenta años, con el puntual objetivo de rediseñar el actual Parque Sarmiento de la ciudad de Córdoba.
Después de esa fructífera tarea, y merced a una tenaz gestión del intendente porteño Francisco Bollini para que se incorpore a su equipo de trabajo. Thays obtiene en 1891 el cargo de Director de Paseos de la entonces flamante capital federal del país. Desde ese puesto, en el cual permaneció veintidós años, inspirado en el concepto que revaloriza la importancia de los espacios verdes como necesario contrapeso de la expansión del cemento en las grandes urbes, planificó y ejecutó numerosísimas obras que le otorgaron a Buenos Aires una fisonomía y una identidad sin las cuales hoy no podríamos reconocerla. Y lo hizo en consonancia con los grandes cambios que, por esos años, le imprimía a la ciudad el crecimiento urbanístico promovido por las autoridades nacionales. Fueron creados o remodelados de acuerdo a su criterio decenas de paseos públicos. Entre los más importantes cabe nombrar a los parques Centenario, Rivadavia, Lezama, Patricios, Barrancas de Belgrano y a las plazas Constitución, Congreso y de Mayo.
También a él le debemos la diversidad y riqueza de nuestro arbolado urbano, sobre todo del que se yergue en la zona norte de la ciudad, con sus tipas, jacarandás, ceibos, lapachos y palos borrachos.
Pero tal vez su obra cumbre haya sido el Jardín Botánico. Allí Thays procuró agrupar los ejemplares más curiosos del universo vegetal argentino.
A propósito de este emprendimiento, Ricardo Piccirelli, en su Diccionario Histórico Argentino, consigna:
"El señor Thays realizó al frente de la nueva creación una obra contraída y de permanente progreso, que mereció calurosos comentarios de los hombres de ciencia como el zar Fernando de Bulgaria, que consideró a nuestro Jardín Botánico como uno de los primeros de su clase".